20 abr 2009

Elegir


Hay una pregunta catastrofista, pesimista y oscura que me hago a menudo, una de esas que asustan. ¿Cuánta gente desearía que le tragase la tierra si, por alguna circunstancia, se encontrara a una bruja o un oráculo infalible que le desvelara exactamente como será el resto de su vida?

Podemos decir que la vida es aquello que va pasando mientras planeas otras cosas, como decía John Lennon, o que es un sueño y los sueños, sueños son, según Calderón de la Barca, o que es una caja de bombones y nunca sabes lo que te va a tocar, en opinión de Forrest Gump, y que en cualquier caso merece la pena.

Pero por muchas frases célebres que nos sepamos de carrerilla acerca de la vida, solo hay una cosa que es cierta: nuestra vida será aquello que los demás quieran que sea, ni más, ni menos, aunque pensemos que somos libres de escoger en los tiempos que corren. La mayoría de la gente ni siquiera se da cuenta de su paso de la ESO a Bachillerato (están demasiado ocupados pensando en el notas de la moto que viene a levantar pasiones en el recreo, o en la falda del viernes por la noche) pero lo hacen.


Dos años después, van a poder elegir, en el mejor de los casos, una carrera que, también en el mejor de los casos, será a la que estén atados y bien atados el resto de tu vida. Los años de carrera pasan y, mientras, uno vislumbra al final un mundo de posibilidades, algunas fáciles, otras difíciles, pero estarán ahí y podremos cogerlas o soltarlas a placer, o eso pensamos. Pero luego los estudios se terminan y ¿qué hacemos?

Haremos lo que los demás quieran, o lo que nos vaya a resultar más fácil, porque para esta sociedad es mucho más apreciable conseguir cosas en tu trabajo, tener una familia normal y amigos normales y tener, por así decirlo, el culo quieto donde tiene que estar durante cuanto más tiempo mejor. Eso es admirable, por supuesto, pero a veces no hacemos cosas sólo para que los demás no se den cuenta de que queremos hacerlas. Da miedo pensar en la cantidad de veces en la vida que se nos presentan dos caminos diferentes a más no poder el uno del otro, pero más miedo da pensar las pocas veces que nos damos cuenta de que podemos escoger. No debería ser admirable que hayamos conseguido algo que nosotros mismos no admiramos, por mucho que lo hagan los demás.

Y es que nadie recuerda ya la verdadera ventaja de estudiar una carrera, o de intentar asegurarse un futuro profesional prometedor. La ventaja es que, si aprovechamos las oportunidades, luego podremos elegir. Podremos escoger si preferimos trabajar sachando as patacas, o de porteros de discoteca, o si queremos trabajar en una redacción de local o intentar llegar a corresponsales de guerra. O si hacemos un máster, o si ponemos un garito en Burela. Incluso podemos decidir si queremos tener hijos al año siguiente de ser titulados.


Pero hoy en día ya nadie elige porque las elecciones no son tan difíciles de hacer cuando una de las opciones será considerada por la sociedad como una locura. La sociedad no será feliz ni infeliz por nosotros, pero en cuanto alguien nos dice que algo es una locura, nos encogemos hasta desaparecer. No deberíamos olvidarnos de que todos somos diferentes, y que a lo mejor, escoger la locura será lo que nos lleve a no desear que nos trague la tierra si, por alguna circunstancia, nos encontramos con una bruja o un oráculo infalible.


7 comentarios:

Miguel García dijo...

Mi muy querida Balnaca.
No!
No estoy de acuerdo.
No lo estoy con la primera premisa. La vida no esta trazada. La vamos trazando nosotros. La vida tenemos que vivirla, disfurtarla, soñarla...
Y menos estoy de acuerdo con eso de que "nuestra vida será aquello que los demás quieran que sea, ni más, ni menos, aunque pensemos que somos libres de escoger en los tiempos que corren".
Somos la generación con más libertad para elegir. Pensemos en nuestros padres o abuelos...
Por supuesto el elegir una carrera tampoco nos marcará el destino. En este mundo cambiante y de posibilidades siempre podremos elegir una rama distinta o cambiar de tarea o de empresa. Sobre todo si lo que estemos haciendo en ese momento no nos gusta o no nos llena. Y, desde luego, no era ésta una posibilidad al alcance de nuestros abuelos.
Lo fundamental: saber mandar sobre nosotros mismos. Y no perder la ilusión, las ganas de hacer bien las cosas. Y si no se tienen... aprender...
Un abrazo.

Miguel García
a.miguelgarciacorral@gmail.com
http://egoexcentricos.blogspot.com

Blanca D. Reimunde dijo...

Lo más peligroso de esta época y de nuestra generación es que creemos que estamos eligiendo. No es así. Cuando elegimos, nos condiciona todo lo demás, todo lo que está eligiendo por nosotros.

Y si no... por qué no tengo aún una tienda de animales? ;)

Miguel García dijo...

Porque todavía no te apetece/interesa más de lo que estas haciendo ahora.
Porque entonces no habrías conocido a una serie de buenas personas en el MEP
Porque aún te quedan una serie de animales bídepos por los que preocuparte
Porque non lle cadrou

mchiavegatto dijo...

Lo siento decir, Blanquita, pero yo estoy de acuerdo con Miguel. Para mi la vida la haces tu, eres siempre tu quien eliges. Lo más difícil es tener el coraje para cambiar cuando siente que las cosas no van como querías y, por eso, a veces las personas se quedan en una vida infeliz y dicen que la culpa no es suya, sino de "la vida"

Blanca D. Reimunde dijo...

No me refiero a las elecciones que tú haces, sino a las que no haces porque ni siquiera sabes que puedes elegir.

Anónimo dijo...

Pues yo cada vez más pienso que el destino está escrito, entre otras cosas, porque me cuesta creer que haya tanta injusticia...

de hecho, alguna vez me he parado, literalment (en la calle, en casa, en algún momento... pocos, no estoy tan loco) y me he dicho: "tengo decisión, y por eso decidiré que... ¡ahora! voy a continuar andando... pero... ¿y si toda esa paranoia ya estaba predestinada?

Eimmy dijo...

pues blanca... yo estoy totalmente de acuerdo y, además, me has dado un poquito más de fuerza con esas palabras para intentar romper los moldes impuestos...

besitosss