Hay días (pocos) en los que tiro de maldad y hago mil fotos a la comida de casa de mis padres para enviárselas a mis hermanos que no están, y no se la van a comer, y darles la envidia de su vida.
Lo único que consigo es olvidarme de enviarles esas fotos y redescubrirlas en la memoria del móvil tiempo después, generalmente a la hora de comer algún día en el que la comida de mi casa está a 100 kilómetros...
...y, encima, se las están comiendo mis hermanos.
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